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zeniaregalado

América Latina: La buena tajada

La voracidad imperial de Estados Unidos sobre América Latina, a la que siempre ha considerado su traspatio, tiene en el ALCA (Ärea de Libre Comercio de las Américas) un instrumento para sus fines anexionistas.
Los primeros pasos de este proyecto se remontan a diciembre de 1994, con motivo de la primera Cumbre de las Américas, en Miami, cuando los ministros de Comercio de todos los países americanos- excepto Cuba que no fue invitada-, se pusieron de acuerdo en establecer una zona de libre comercio "desde Alaska hasta Ushuaia".
El precedente más claro de un acuerdo de este tipo es el NAFTA o TLC, el acuerdo de libre comercio suscrito por EEUU, Canadá y México en 1994. Desde su puesta en vigor, como consecuencia de las importaciones provenientes de los EEUU y de la devaluación del peso, un millón de mexicanos más pasaron a ganar por debajo del salario mínimo y ocho millones de familias han pasado a engrosar las bolsas de pobreza.
En las zonas de maquiladoras (empresas de ensamblaje industrial, en su mayoría textil) a lo largo de la frontera entre EEUU y México, el incremento de la polución y los desechos químicos como resultado de los términos comerciales del NAFTA, han incrementado dramáticamente las tasas de hepatitis y malformaciones congénitas.
El ALCA supone ampliar el modelo del Tratado de Libre Comercio de Canadá, EEUU y México a todo el continente ignorando la situación de desigualdades desde las que se parte, y sin la creación de ninguna medida de redistribución regional de la riqueza al estilo de los fondos de cohesión creados en la Unión Europea.
Suman 800 millones las personas que integran la población afectada por el ALCA, quinientos viven en América Latina y la mitad de ellas se encuentran en situación de pobreza. Frente a ello, el ochenta por ciento del peso económico del continente lo tienen Estados Unidos y Canadá, quienes poseen el capital, la tecnología y las patentes.
Por otra parte el ALCA, como el NAFTA, impedirá, bajo el pretexto de otorgar seguridad absoluta a las inversiones, cualquier regulación estatal aún cuando ésta se apoye en consideraciones de bienestar general, de defensa de la salud pública o del medio ambiente. Los gobiernos no podrán impulsar estrategias de desarrollo y seguirán compitiendo por bajar más los salarios, degradar las condiciones de trabajo o la estándares ambientales con la esperanza de atraer las deseadas inversiones.
El proyecto del ALCA se extiende además a los servicios comprometiendo a los estados a velar por el derecho de las empresas a prestarlos. Esto abre la posibilidad de la privatización en áreas socialmente delicadas donde aún no ha tenido lugar, en sectores como la educación, la salud o el servicio penitenciario, tal y como ya ha sucedido en EEUU.
Ante la resistencia de algunos gobiernos como el de Venezuela y Brasil, Estados Unidos ha implementado la estrategia de acuerdos bilaterales y más recientemente de mini rondas.
Ahora no tiene apuros –sabe que en la paciencia tiene un aliado- ya ha extendido hasta el 30 de junio de 2005 la firma del acuerdo. Inicialmente pensó lograrlo en enero de 2005.
Las protestas de los pueblos se lo impidieron. Hay que seguir la lucha.

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