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zeniaregalado

Día de piscina

El sábado, a pesar del agotador cansancio del fin de semana hice algo que me retroalimentó de gran manera: compartir con los condiscípulos de mi hija: son adolescentes de octavo grado que fueron en una excursión a una de las piscinas de la ciudad.
Viéndola subirse en hombros de sus compañeras para lanzarse después al agua y disfrutar esa necesidad de actividad y movimiento propia de su edad, recordé mi propia adolescencia.
A veces sin darnos cuenta los padres sobreprotegemos a nuestros hijos y salimos con ellos a todas partes. No es malo compartir en familia pienso yo, pero ellos necesitan un pedazo propio para intercambiar con amigas y amigos de su edad.
Se veían tan sanos con sus cuerpos sudorosos... mientras hacían travesuras y equilibrismos de todo tipo, que varias madres acomodadas debajo de una sombrilla no pudimos menos que exclamar: ¡qué maravillosa edad¡.
La excursión fue para ellos toda una aventura. La tarde anterior el teléfono no paró de sonar y las amigas de mi hija y ella intercambiaban todo tipo de detalles: la trusa que se pondrían, la hora a la que saldría el ómnibus y un montón de cosas que para esa edad resultan muy importantes, sobre todo por la necesidad de aceptación entre el grupo.
Por razones obvias, he tenido que leer mucho sobre esta etapa de la vida, de evolución de una persona dependiente hasta otra independiente, lo cual le posibilite al ser humano relacionarse con otros de un modo autónomo.
He leído que en este lapso de tiempo es muy frecuente entre los adolescentes la aparición de problemas emocionales.
Por eso más de una vez he hecho de tripas corazón para controlar el temor que siente toda madre ante el posible sufrimiento de un hijo: ¿Y si no sufren? ¿y si no lo enfrentan?, ¿cómo van a crecer?.
Por suerte es despierta, tiene criterio propio, es independiente y hablamos mucho, como dos amigas más. Me gusta saber que algo de mí queda en ella. Sobre todo cuando la veo en la cama parapetada detrás de un libro : Flor de Leyendas, de la Editorial Cubana Gente Nueva, que le compré durante la última feria del libro.
Se impresionó mucho con la historia de amor de Tristán e Iseo, quienes bebieron en el filtro del amor amándose siempre por encima de la vida y la muerte.

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