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zeniaregalado

EL MONSTRUO

La señora Rita se alejó de nosotros, pero aunque no tocó nuestra tierra pasó cerca e hizo algunos estragos. Derribó 90 de los hermosos y grandes árboles de Ciudad de La Habana, inundó 27 sótanos, contaminó con aguas sucias 17 cisternas y provocó numerosas interrupciones eléctricas en la capital del país y en la Ciudad de Matanzas, así como afectaciones en el servicio de gas manufacturado, que fueron dos de los lugares más afectados.
Hemos escuchado con beneplácito que se efectúa en Panamá un encuentro científico en el que se abordará precisamente el cambio climático, ese que ha provocado que los huracanes sean cada vez más activos y con una mayor intensidad.
Desde luego que para quienes como nosotros vivimos en una pequeña isla ubicada en la propia entrada del Golfo de México, el tema resulta crucial para nuestra existencia.
Por lo pronto hay que coexistir con estos fenómenos. En ello Cuba ha ganado una larga experiencia, sobre todo en las medidas preventivas: evacuación de la población de lugares bajos, costeros y de viviendas con peligro de derrumbe; venta de cloro en las farmacias para que la población se lo aplique al agua potable con el objetivo de descontaminarla, rápida activación de puestos de dirección hasta nivel municipal contra catástrofes; movilización previa de brigadas médicas hacia lugares que pueden incomunicarse por la crecida de ríos... y así por el estilo.
Aquí en mi provincia hoy todo continúa normal, los niños en sus escuelas, los adultos en el trabajo, los centros de servicios abiertos... Después del peligro la vida continúa.

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