El susto de mi vida
Hoy fui con mi papá para que le hicieran un ultrasonido, como en esta ciudad la inmensa mayoría de las personas nos conocemos- aunque sea de vista- el médico que hace los ultrasonidos en mi policlínico es conocido mío. Todos le dicen Pepe .El año pasado él fue el galeno de mi barrio en sustitución del nuestro de siempre, que cumple misión internacionalista en Venezuela.
La verdad que tanto uno como otro son magníficas personas, muy atentos. Lo que ocurre es que mi papá ya estaba acostumbrado al anterior, y se le sentaba hasta por gusto en su consulta al menor síntoma que tuviera en cualquier lugar. Es la necesidad psicológica de que un entendido le dijera que eso no era nada.
Parece ser que es como una dependencia que hacen aquí los ancianos al estar ya tan acostumbrados a que les tomen sistemáticamente la presión arterial, le hagan análisis de orina o de heces fecales, en fin que los chequeen.
En el ultrasonido le salió algo así como un diminuto quiste en el hígado. Cuando escuché eso me privé de la cabeza en el acto, y realmente ya estaba pensando en cosas y males peores.
El galeno, que me conoce, me dijo que eso no era nada, pero de todas formas me dio un papelito para que una especialista de mayor experiencia lo valorara.
Entonces sí que mis preocupaciones aumentaron. Fui a la consulta de la doctora, esperé mi turno en la cola, o en la fila como se dice en otros países, y ella le repitió el ultrasonido a mi papá. Cuando concluyó me dijo: ese pequeño quiste es tan normal a sus 77 años como canas en su cabello.
Yo respiré aliviada ante el diagnóstico, y más cuando me dijo que no tenía nada ni en los riñones ni en la próstata.
Bendita sea. Y esas magníficas noticias no me costaron ni un medio. Para mí, esa es una gran esencia de nuestra realidad cotidiana, y muchas veces ni nos damos cuenta, pues nos es habitual.
Hoy fui con mi papá para que le hicieran un ultrasonido, como en esta ciudad la inmensa mayoría de las personas nos conocemos- aunque sea de vista- el médico que hace los ultrasonidos en mi policlínico es conocido mío. Todos le dicen Pepe .El año pasado él fue el galeno de mi barrio en sustitución del nuestro de siempre, que cumple misión internacionalista en Venezuela.
La verdad que tanto uno como otro son magníficas personas, muy atentos. Lo que ocurre es que mi papá ya estaba acostumbrado al anterior, y se le sentaba hasta por gusto en su consulta al menor síntoma que tuviera en cualquier lugar. Es la necesidad psicológica de que un entendido le dijera que eso no era nada.
Parece ser que es como una dependencia que hacen aquí los ancianos al estar ya tan acostumbrados a que les tomen sistemáticamente la presión arterial, le hagan análisis de orina o de heces fecales, en fin que los chequeen.
En el ultrasonido le salió algo así como un diminuto quiste en el hígado. Cuando escuché eso me privé de la cabeza en el acto, y realmente ya estaba pensando en cosas y males peores.
El galeno, que me conoce, me dijo que eso no era nada, pero de todas formas me dio un papelito para que una especialista de mayor experiencia lo valorara.
Entonces sí que mis preocupaciones aumentaron. Fui a la consulta de la doctora, esperé mi turno en la cola, o en la fila como se dice en otros países, y ella le repitió el ultrasonido a mi papá. Cuando concluyó me dijo: ese pequeño quiste es tan normal a sus 77 años como canas en su cabello.
Yo respiré aliviada ante el diagnóstico, y más cuando me dijo que no tenía nada ni en los riñones ni en la próstata.
Bendita sea. Y esas magníficas noticias no me costaron ni un medio. Para mí, esa es una gran esencia de nuestra realidad cotidiana, y muchas veces ni nos damos cuenta, pues nos es habitual.
4 comentarios
Zenia -
Ivan -
Deseo que tu padre te acompañe muchos años más. Aún os quedan muchas experiencias que compartir y convivir
Zenia -
UN ABRAZO. GRACIAS POR TU PREOCUPACIÓN.
enrique -