EL MAESTRO DEL ESCAMBRAY
Hay luz en todo aquel que educa, pero mucho más en quien lo hizo en pésimas condiciones y sin apoyo.
La carta a un educador de talla extra, que lo fue en la década de 1950, en la zona del Escambray, así lo rebela:
...No creo que hayan existido muchos niños en aquella época con la suerte y los privilegios que el azar de la vida nos confirió a todos los que en aquellos años podíamos tener un Maestro. Observe que escribo Maestro con mayúsculas, y ello me exonera de entrar en detalles innecesarios. No soy proclive a la lisonja estéril ni a la alabanza inútil con el propósito de halagar y ser cortés.
Todos recordamos que mucho antes de mencionarse oficialmente la palabra alfabetización en Cuba, ya usted lo intentaba por propia iniciativa con los campesinos adultos del Escambray utilizando sus horas de descanso nocturno. Le resultó muy difícil, pero lo intentó.
Después vimos con el entusiasmo que dirigió a aquel grupo de alfabetizadores ya en plena campaña de 1961, y yo fui uno de ellos. ¡Con cuánto sacrificio, abnegación y consagración se le veía trabajar! Incluso, rodeado de un ambiente de peligros y riesgos hasta para la vida.
Era el Escambray tumultuoso de principios de los 60, y nadie lo vio nunca dudar, y mucho menos renunciar a sus objetivos.
Así le escribió al maestro Luis Pérez Martínez, en el 2003, el otrora guajiro del Escambray José Alejandro Zayas, quien se hizo médico y especialista en Ginecología y Obstetricia y es profesor asistente en la Facultad de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus.
Ya el maestro Luis falleció, a los 91 años, pero esta carta la guarda su hijo Luis Enrique, quien intenta publicar un cuaderno de crónicas escritas por su padre y que dan luces acerca del humanista que fue.
La lucidez que mantuvo hasta el último día le permitieron escribir estas décimas:
Quisiera a ese lugar volver / y recordar el pasado/Y verme siempre rodeado/ de gente que supe querer./ Quisiera visitar Condado/ Algaba y Limones Cantero/ y oír el trinar armonioso/ del sinsonte y el jilguero./ Quisiera sentirme feliz/ Con esa mi gente de Algaba/ Y retornar al batey / donde tan bien me trataban...
Al doctor Zayas, ex alumno de Luis, lo entrevistamos telefónicamente. Él labora en el hospital Isabel María de Valdivia, en Sancti Spíritus.
.
Nací en una zona del Escambray llamada Algaba nos relató a unos 15 kilómetros de Trinidad. En el año 51 ó 52 Luis era mi maestro. Había un antiguo central, el Monserrate de Algaba, de cuando la colonia, con unas naves. Un pedazo de una de ellas era la rústica escuela, con banquitos de madera y viejos pupitres. El otrora ingenio tenía una campana que aún me parece ver.
Él daba clases a todos los grados de primero a sexto. Muy pocos seguían estudiando. Se iban con los padres a trabajar la tierra.
Luis era un maestro extraordinario, humilde, muy martiano. Por el año 1953 trató de alfabetizar por su cuenta a un grupo de campesinos de la zona para que aprendieran al menos a firmar su nombre.
Se le dormían en las clases, pues ya eran adultos y estaban cansados del trabajo diario. Yo tenía seis u ocho años cuando aquello, pero me acuerdo muy bien.
Era un maestro muy respetable, aunque sin nada de teatralidad, todo lo hacía y decía de una forma muy natural. Inspiraba un gran respeto. Nos hablaba muchísimo de Martí.
EL MAESTRO ASESINADO
A pocos kilómetros de donde trabajaba Luis asesinaron a Manuel Ascunce y al campesino Pedro Lantigua. El 26 de noviembre de 1961 los colgaron en un árbol en Limones Cantero.
El maestro pinareño le hablaba de aquellos duros años de contrarrevolución, bandidos y sabotajes a los alumnos que tuvo después, aquí en su provincia, en la escuela Antonio Guiteras, en el kilómetro dos y medio de la carretera a Viñales, provincia Pinar del Río.
Uno de ellos, José Miguel Suárez Castillo, quien durante 20 años trabajó en el Tribunal Provincial recuerda aquellos tiempos cuando fue alumno de Luis.
Nos contaba historias del Escambray. De cómo antes del 59 los niños faltaban mucho a clases porque no tenían zapatos ni ropa. Él iba entonces a sus casas a conversar con los padres, para que no les diera pena mandar a los muchachos en esas condiciones y les decía que los enviaran con un short viejo y sin camisa, que no importaba.
Cuando la cosa se puso bien fea por allá, él cargaba con los libros y las otras cositas para que los contrarrevolucionarios no los fueran a quemar.
Yo lo recuerdo con mucho cariño. Me ayudó mucho. Yo era hijo de campesinos y tuve que faltar bastante a clases para ayudar en la tierra, por eso me atrasé. Me daba pena, pues tendría que entrar a la secundaria como con 15 años. Entonces hablé con él para hacer el quinto y el sexto grados juntos.
No puso reparos, era muy humano. Cuando terminaba las clases por la tarde se quedaba conmigo para darme el contenido de sexto grado, así sin ningún interés, sólo el de enseñarme.
Hay luz en todo aquel que educa, pero mucho más en quien lo hizo en pésimas condiciones y sin apoyo.
La carta a un educador de talla extra, que lo fue en la década de 1950, en la zona del Escambray, así lo rebela:
...No creo que hayan existido muchos niños en aquella época con la suerte y los privilegios que el azar de la vida nos confirió a todos los que en aquellos años podíamos tener un Maestro. Observe que escribo Maestro con mayúsculas, y ello me exonera de entrar en detalles innecesarios. No soy proclive a la lisonja estéril ni a la alabanza inútil con el propósito de halagar y ser cortés.
Todos recordamos que mucho antes de mencionarse oficialmente la palabra alfabetización en Cuba, ya usted lo intentaba por propia iniciativa con los campesinos adultos del Escambray utilizando sus horas de descanso nocturno. Le resultó muy difícil, pero lo intentó.
Después vimos con el entusiasmo que dirigió a aquel grupo de alfabetizadores ya en plena campaña de 1961, y yo fui uno de ellos. ¡Con cuánto sacrificio, abnegación y consagración se le veía trabajar! Incluso, rodeado de un ambiente de peligros y riesgos hasta para la vida.
Era el Escambray tumultuoso de principios de los 60, y nadie lo vio nunca dudar, y mucho menos renunciar a sus objetivos.
Así le escribió al maestro Luis Pérez Martínez, en el 2003, el otrora guajiro del Escambray José Alejandro Zayas, quien se hizo médico y especialista en Ginecología y Obstetricia y es profesor asistente en la Facultad de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus.
Ya el maestro Luis falleció, a los 91 años, pero esta carta la guarda su hijo Luis Enrique, quien intenta publicar un cuaderno de crónicas escritas por su padre y que dan luces acerca del humanista que fue.
La lucidez que mantuvo hasta el último día le permitieron escribir estas décimas:
Quisiera a ese lugar volver / y recordar el pasado/Y verme siempre rodeado/ de gente que supe querer./ Quisiera visitar Condado/ Algaba y Limones Cantero/ y oír el trinar armonioso/ del sinsonte y el jilguero./ Quisiera sentirme feliz/ Con esa mi gente de Algaba/ Y retornar al batey / donde tan bien me trataban...
Al doctor Zayas, ex alumno de Luis, lo entrevistamos telefónicamente. Él labora en el hospital Isabel María de Valdivia, en Sancti Spíritus.
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Nací en una zona del Escambray llamada Algaba nos relató a unos 15 kilómetros de Trinidad. En el año 51 ó 52 Luis era mi maestro. Había un antiguo central, el Monserrate de Algaba, de cuando la colonia, con unas naves. Un pedazo de una de ellas era la rústica escuela, con banquitos de madera y viejos pupitres. El otrora ingenio tenía una campana que aún me parece ver.
Él daba clases a todos los grados de primero a sexto. Muy pocos seguían estudiando. Se iban con los padres a trabajar la tierra.
Luis era un maestro extraordinario, humilde, muy martiano. Por el año 1953 trató de alfabetizar por su cuenta a un grupo de campesinos de la zona para que aprendieran al menos a firmar su nombre.
Se le dormían en las clases, pues ya eran adultos y estaban cansados del trabajo diario. Yo tenía seis u ocho años cuando aquello, pero me acuerdo muy bien.
Era un maestro muy respetable, aunque sin nada de teatralidad, todo lo hacía y decía de una forma muy natural. Inspiraba un gran respeto. Nos hablaba muchísimo de Martí.
EL MAESTRO ASESINADO
A pocos kilómetros de donde trabajaba Luis asesinaron a Manuel Ascunce y al campesino Pedro Lantigua. El 26 de noviembre de 1961 los colgaron en un árbol en Limones Cantero.
El maestro pinareño le hablaba de aquellos duros años de contrarrevolución, bandidos y sabotajes a los alumnos que tuvo después, aquí en su provincia, en la escuela Antonio Guiteras, en el kilómetro dos y medio de la carretera a Viñales, provincia Pinar del Río.
Uno de ellos, José Miguel Suárez Castillo, quien durante 20 años trabajó en el Tribunal Provincial recuerda aquellos tiempos cuando fue alumno de Luis.
Nos contaba historias del Escambray. De cómo antes del 59 los niños faltaban mucho a clases porque no tenían zapatos ni ropa. Él iba entonces a sus casas a conversar con los padres, para que no les diera pena mandar a los muchachos en esas condiciones y les decía que los enviaran con un short viejo y sin camisa, que no importaba.
Cuando la cosa se puso bien fea por allá, él cargaba con los libros y las otras cositas para que los contrarrevolucionarios no los fueran a quemar.
Yo lo recuerdo con mucho cariño. Me ayudó mucho. Yo era hijo de campesinos y tuve que faltar bastante a clases para ayudar en la tierra, por eso me atrasé. Me daba pena, pues tendría que entrar a la secundaria como con 15 años. Entonces hablé con él para hacer el quinto y el sexto grados juntos.
No puso reparos, era muy humano. Cuando terminaba las clases por la tarde se quedaba conmigo para darme el contenido de sexto grado, así sin ningún interés, sólo el de enseñarme.
3 comentarios
Zenia -
GRACIAS POR PREOCUPARTE POR MI PAPÁ. NO HAY NADA MÁS IMPORTANTE QUE LA FAMILIA.
ENRIQUE.¡BIENVENIDO¡. CUANDO APARECES POR ACÁ ME DAS MUCHAS FUERZAS. SIEMPRE TENGO LA SENSACIÓN DE TENER DEL LADO DE ALLÁ A OTRO CUBANO.
ES CIERTO. EL PAÍS QUE NO SE OCUPE DE SU EDUCACIÓN, DE LA FORMACIÓN DE SUS RECURSOS HUMANOS NO PUEDE AVANZAR Y TENDRÁ QUE ENTREGARLO TODO A "OTROS" CON MENTES "SUPERIORES", CORRIENTE BIEN REACCIONARIA QUE ANDA POR AHÍ. UN ABRAZO DE ISLA A ISLA.
enrique -
almena -
Ah! y me alegro de que tu papá esté muy bien!!
Besos!