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SANTERIA Y REGLA DE OCHA: CHANGÓ. YEMAYÁ. LOS COLLARES

La Regla de Ocha es conocida más ampliamente como el sistema religioso Ocha-Ifá. Los negros esclavos aprenden a representar sus divinidades mediante las imágenes de los santos católicos conservando un sentido mágico-religioso sólo por ellos conocido.
Es evidente, que en un principio no había una apropiación de contenidos católicos más allá de los que fuera obligado por la legislación dominante. De alguna manera las prácticas en que se insistió con mayor énfasis fueron las que lograron mayor arraigo, como es el caso del bautismo:

Poco efecto evangelizador pudieron tener aquellos bautismos masivos, no había una pastoral de conjunto y las élites del poder civil poco se interesaban en la conversión sincera de los negros, especialmente durante el siglo XIX.
Por otro lado, es significativo que el impacto de lo que fue más enfatizado por la Iglesia, es decir, el bautismo, se mantiene hasta en la actualidad como un requisito previo a la iniciación de la Regla de Ocha o el asiento. Sin embargo, toda la práctica católica resulta siempre reinterpretada por esta perspectiva mágico-religiosa:

La iglesia católica, para los santeros, lejos de convertirse en un agente espiritual, abre una ancha brecha para la plasmación del sentido realista que revisten las creencias afrocubanas, y en cuyo fenómeno actúa el propio antagonismo económico que influye en la manifestación religiosa de la santería.
El manejo de los santos católicos está en manos de un Iglesia con medios económicos abundantes para darle la pompa necesaria a las imágenes [...] que inspiran una competencia entre los acólitos pudientes [...] en contraste con esto, la «iglesia santera» carece de recursos de esa naturaleza, porque se desenvuelve no sólo en las capas inferiores de la sociedad, [...], sino porque expresa los rezagos de las sociedades de donde procedieron las creencias africanas [...] las cuales [...] también ocuparon un lugar prominente en aquellas sociedades, pero incapaz de competir con el catolicismo cubano.

De esta manera, la reinterpretación del catolicismo se hace desde una práctica subalterna que se ve obligada a maquillarse para sobrevivir, de un grupo subyugado que aprovecha los signos católicos para expresar una perspectiva religiosa distinta al catolicismo dominante. De grupo dominante, los yoruba pasan a ser un grupo residual, dominado y el recurso a los santos es el rostro indispensable para seguir existiendo en esta situación.

Las deidades africanas seguían ocultas detrás de las imágenes católicas y la identificación se realizaba de manera superficial, a partir de los colores o los atributos externos de los santos . Así por ejemplo, Changó, que es el dueño del rayo y de la tempestad, se sincretiza con Santa Bárbara, patrona de las tempestades.
El primero es un guerrero cuyo color es el rojo y la segunda una mujer vestida de rojo con una espada, ya que murió decapitada. La biografía de la santa no tiene ninguna relación y es incluso desconocida, y respecto al sexo se puede construir posteriormente la leyenda de que, siendo Changó un guerrero afecto a los amores y las aventuras, tuvo que disfrazarse en algún momento de mujer para escapar de la venganza de algún celoso marido en busca de castigar al motivo de adulterio de su pareja.
De esta manera los esclavos acostumbraron en los ingenios, con el beneplácito de los amos, tener un altar con a imagen de Santa Bárbara, de la Virgen de Regla, etc., y para su culto se formaron cofradías.
Pues bien, Santa Bárbara no era para los negros sino el orisha Shangó y la Virgen de Regla el orisha Yemanyá, etc., y las cofradías no fueron sino la organización de los fieles sometidos al fetichero, que acaso ayudaba en la misa al sacerdote blanco, ante las misma imágenes que él adorará luego de otra manera.
LO ABORIGEN, LO EUROPEO Y LO AFRICANO **********

De esta manera apreciamos un primer enmascaramiento de la práctica mágico-religiosa de los negros, que conserva el núcleo mítico de su propia tradición. Por otra parte, hay también elementos de las tradiciones indígenas que se integraron en este primer momento del proceso de sincretización, pues hay que recordar que en el momento inicial en que se unen máximas de vida, costumbres y creencias, proceso conformador que da a luz la diáspora generadora de lo cubano, es bueno destacar que esta simbiosis cultural o «ajiaco» como lo denominó Don Fernando Ortiz, ocurre a partir de tres ingredientes principales [...] lo aborigen, lo europeo y lo africano [...]

Podemos afirmar, en la actualidad, por ejemplo que el uso del tabaco en la mayoría de las religiones populares cubanas, generalmente en el proceso de adivinación [...] constituye una clara muestra de la huella indígena en la vida religiosa del cubano contemporáneo.

Así mismo, en este sentido, podemos reconocer con seguridad la presencia de múltiples elementos de la religión aruaca dentro de las prácticas mágico-religiosas afrocubanas, y en particular podemos considerar en el caso de la Regla de Ocha que existen múltiple ejemplos:

el hacha petaloide [...] la maraca [...] la veneración de la ceiba o árbol mítico cubano y muy en especial el uso de los collares [..] Los collares fueron usados por los tres grupos participantes de este encuentro [...] pero [...] los que mayor semejanza guardan con el actual collar de santería son los collares confeccionados por los aborígenes que habitaron nuestro territorio.

En este último caso es interesante cómo para los indígenas tanto el color como el número de las cuentas desempeñaron un papel importante. Sin embargo, este sincretismo es algo poco estudiado, pues las culturas indígenas pronto desaparecieron del Caribe y escasamente significan algo en el imaginario cubano contemporáneo.

Respecto a esta vertiente de sincretismo, parece haber indicadores en la fuerte “similitud que muchos de estos orishas tienen en su patakín con los cemíes nombrados en la obra de Pané. Algunos ejemplos son la similitud de Babalu Ayé con Abeborael Guahayona; de Elegguá con Yucahú Magua Maarocoti; de Obatalá con Yayael; Ochún con Atabeyra; Changó con Bayamanaco; Yemayá con Guabonito
Quizá son entonces los orichas no sólo los herederos de la tradición yoruba sino de al menos una parte de las deidades de los indígenas, lo cual es una vertiente que está por profundizar por parte de los investigadores.
El catolicismo, por su parte, estaba también lleno de elementos considerados por las élites católicas como supersticiosos que no favorecían una ruptura radical con lo mágico:

Así es que los fetichistas aceptaban de los católicos el nombre de algunas divinidades, aplicando como una especie de apodo a las suyas, antropomorfizaron más sus ídolos, asimilándolos a las imágenes cristianas, y llegaron a practicar algunas fórmulas del rito.
La teología del fetichismo africano y del catolicismo al uso, se encuentran en planos psicológicos muy próximos, se deduce también del respeto que a los católicos les merecen los feticheros, allí donde éstos dominan; lo cual no sucedería si ambas creencias fuesen radicalmente divorciadas desde el punto de vista psicológico.

En esta línea es importante recordar la tolerancia de la religión católica si se la compara con la mentalidad de los cristianos reformados. El cristianismo otrora había también adoptado elementos de religiones anteriores aunque luego terminen calificando de diabólicas las prácticas mágico-religiosas de los negros o los indígenas, con todas las variaciones y matices de que fueron señalados en el capítulo anterior. Esto llevó a una situación en la que

el clero blanco no vio ningún peligro trascendente en la religión de los brujos porque no atacaba las fórmulas de su ética, y su amoralidad la incapacitaba para un extenso y verdadero proselitismo; por esto, su oposición a la brujería fue más dogmática que movida por el acicate de la competencia profesional.

Sin embargo no se dio un cuidado pastoral adecuado que permitiera avanzar en una profunda evangelización de los negros. La mentalidad esclavista percibe al negro como mercancía y lo valora por su fuerza de trabajo; está de tal manera ligada a intereses económicos de mantener la rentabilidad de la producción en las plantaciones que
entorpecía el cumplimiento de las regulaciones vigentes donde se resaltaba la obligatoriedad del adoctrinamiento religioso del esclavo y su asistencia a misa en domingo y días de precepto, y al buen trato que debían recibir de sus amos.
Bajo ese régimen de trabajo, el esclavo de plantación no solo no podía asimilar el dogma cristiano sino que a la vez lo rechazaba.
Por otra parte, el esclavista consciente de esta situación, aún cuando le interesaba el sometimiento del esclavo mediante el consuelo religioso no le interesaba su cristianización, pues ello significaba pérdida de tiempo .

5 comentarios

zoky -

me gustaria recibir mas informacion sobre elegua guerreros y caldero para aprender a atenderlos4

Zenia -

Gracias Dayana: Sí, mi mamá está mucho mejor, y eso me da entusiasmo.

dayana Litz -

saludos Zenia!!!
Espero que tu mamá esté mejor y que tú te encuentres siempre con deseos de seguir escribiendo...

Zenia -

SALUDOS UN CASTELLANO

¡QUÉ BUENO QUE ESTE BLOG HA CONTRIBUIDO A QUE NOS CONOZCAS UN POQUITO MÁS NUESTRAS RAÍCES

uncastellano -

Gracias por ampliar mi visión sobre la santería, ritos importados de África, los intentos del catolicismo, y la situación de Cuba.
Saludos