Poetisa mayor : Premio Cervantes
Trémulo el paso, la mirada errante,/ arrastrando su cuerpo doblegado/ por el enorme peso, y coronado/ de espinas, tembloroso, agonizante,/ va Cristo entre la turba delirante / que presa de un furor arrebatado/ viéndole tan humilde y resignado/ llega a escupir su pálido semblante. / Ay, no es la CRUZ que como dura prueba/ sobre los hombros desgarrados lleva/ la que combate su resignación. / Aún es más cruel su dolorosa carga, / que es otra cruz la que su paso amarga:/ ¡la cruz, que lleva sobre el corazón¡
Quien así escribió es la poetisa cubana Dulce María Loynaz (1903-1997) , a quien en 1992 le fue concedido en Madrid el Premio Cervantes. Perteneció a una familia de antiguo arraigo y elegante riqueza, los Loynaz del Castillo.
Estudió leyes y viajó por buena parte del mundo. Perteneció a la Academia Cubana de la Lengua y obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1986.
Su obra se inscribe en la tradición de un tardío modernismo, notorio en el cuidado preciosista de la expresión y el léxico, así como en el constante lirismo de su prosa.
Dejó varios volúmenes de versos (Versos, 1938; Juegos de agua, 1947; Obra lírica, 1965), una novela (Jardín, 1951), poemas en prosa (Poemas sin nombre, 1953) y crónicas de viajes (Un verano en Tenerife, 1958).
Un investigador pinareño ya fallecido, Aldo Martínez Malo, se convirtió en su albacea y rescató del olvido a esta figura de las letras hispanoamericanas.
Ella donó más de 4 000 libros de su biblioteca personal a la ciudad de Pinar del Río, así como objetos personales que se guardan en el Centro Provincial de la Literatura Hermanos Loynaz, el cual auspicia un concurso internacional dedicado al estudio de la vida y obra de esta mujer, y en el cual también se premian cuentos, ensayos y poesías que llegan a este evento desde diversas partes de Cuba y del
extranjero.
La poesía, como el árbol, debe nacer dotada de impulso vertical. Y mientras más alto crece, menos se pierde en ramas, afirmó ella.
Como todo buen poeta aparecieron la filosofía de la vida y la muerte en sus escritos:
¡Que la vida es un áspero sendero/ donde el soplo fatal del hado fiero/ el hombre fatigado peregrino/ luchando con inútiles empeños, / va dejando sus dichas y sus sueños/ en las hirientes zarzas del camino..¡
Trémulo el paso, la mirada errante,/ arrastrando su cuerpo doblegado/ por el enorme peso, y coronado/ de espinas, tembloroso, agonizante,/ va Cristo entre la turba delirante / que presa de un furor arrebatado/ viéndole tan humilde y resignado/ llega a escupir su pálido semblante. / Ay, no es la CRUZ que como dura prueba/ sobre los hombros desgarrados lleva/ la que combate su resignación. / Aún es más cruel su dolorosa carga, / que es otra cruz la que su paso amarga:/ ¡la cruz, que lleva sobre el corazón¡
Quien así escribió es la poetisa cubana Dulce María Loynaz (1903-1997) , a quien en 1992 le fue concedido en Madrid el Premio Cervantes. Perteneció a una familia de antiguo arraigo y elegante riqueza, los Loynaz del Castillo.
Estudió leyes y viajó por buena parte del mundo. Perteneció a la Academia Cubana de la Lengua y obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1986.
Su obra se inscribe en la tradición de un tardío modernismo, notorio en el cuidado preciosista de la expresión y el léxico, así como en el constante lirismo de su prosa.
Dejó varios volúmenes de versos (Versos, 1938; Juegos de agua, 1947; Obra lírica, 1965), una novela (Jardín, 1951), poemas en prosa (Poemas sin nombre, 1953) y crónicas de viajes (Un verano en Tenerife, 1958).
Un investigador pinareño ya fallecido, Aldo Martínez Malo, se convirtió en su albacea y rescató del olvido a esta figura de las letras hispanoamericanas.
Ella donó más de 4 000 libros de su biblioteca personal a la ciudad de Pinar del Río, así como objetos personales que se guardan en el Centro Provincial de la Literatura Hermanos Loynaz, el cual auspicia un concurso internacional dedicado al estudio de la vida y obra de esta mujer, y en el cual también se premian cuentos, ensayos y poesías que llegan a este evento desde diversas partes de Cuba y del
extranjero.
La poesía, como el árbol, debe nacer dotada de impulso vertical. Y mientras más alto crece, menos se pierde en ramas, afirmó ella.
Como todo buen poeta aparecieron la filosofía de la vida y la muerte en sus escritos:
¡Que la vida es un áspero sendero/ donde el soplo fatal del hado fiero/ el hombre fatigado peregrino/ luchando con inútiles empeños, / va dejando sus dichas y sus sueños/ en las hirientes zarzas del camino..¡
8 comentarios
Vicente Torres -
Zenia -
Zenia -
UN CASTELLANO. SALUDOS. COINCIDO CONTIGO. POR ESO LO QUE ELLA LOGRÓ ES AÚN DE MUCHO MAYOR RELIEVE. ES UN ORGULLO PARA UNA FIGURA DE LA CULTURA DE SEMEJANTE TALLA.
HOLAAAAAA TENESOR. ¡TE COGISTE LAS VACACIONES PARA TI SOLITO¡ UN ABRAZÓN DE ISLA A ISLA. DULCE MARÍA ES MUY LEÍDA AQUÍ. CUANDO EN LAS FERIAS DEL LIBRO QUE SE ORGANIZAN CADA AÑO EN CUBA Y EN TODAS LAS CAPITALES DE PROVINCIA, SUS LIBROS VUELAN. EN LAS ESCUELAS TAMBIÉN SE ENSEÑA SU OBRA. ES UNA MANERA DE SEGUIRLA TENIENDO ENTRE NOSOTROS.
Tenesor -
Me alegro de volver a leerte.
Un abrazo fuerte desde Canarias, amiga.
uncastellano -
Saludos
Vicente Torres -
http://www.yvettedefrance.com/utile/HAVANE/cuba.htm
Saludos
elisa -
Saludos!!!
almena -
Un beso