El radar La Bajada sigue a Wilma
A la hora de redactar estas líneas los trabajadores del radar La Bajada se mantenían en Guanahacabibes- en el extremo más occidental de Pinar del Río- transmitiendo imágenes de Wilma hacia el Instituto de Meteorología, comunicándose con el Consejo de Defensa Provincial y con la dirección del Ministerio de Ciencia en el territorio.
Oteando el horizonte con su cúpula blanca, desafiando las nubes, allí está el ojo observador que ha operado todos los huracanes del área del Caribe desde 1972, menos Iván, cuando la máxima dirección del país orientó la evacuación de quienes allí laboran.
Esta vez ellos también han manifestado que no son meteorólogos de buenos tiempos, pero su permanencia en el lugar dependerá de la futura trayectoria de Wilma y de la orientación de instancias superiores.
A su director, el ingeniero Yamaguty Ramos, lo entrevistamos telefónicamente y nos informó que desde el jueves- tarde en la noche- veían la parte interior del ojo de Wilma.
“Fue un gran placer para nosotros, nos sentimos muy realizados como meteorólogos que somos. Nuestro radar puede avistar fenómenos hasta a unos 500 kilómetros, pero debido a la curvatura de la tierra la zona de vigilancia llega a 300.
“Cada 15 minutos se hace una observación y se transmite una imagen, y cada una hora las decodificamos”, aseguró el especialista.
Dicha estación se nutre de la comunicación por satélite, además de tener allí al radioaficionado José Luis Febles Rojas a tiempo completo, hasta tanto se aleje el huracán.
El radar está automatizado desde el pasado año, lo cual facilita mayor certeza en sus datos.
Esa transformación con nuevas tecnologías, que incluyeron el funcionamiento automático de la antena, permiten ver en tiempo real las imágenes del huracán de forma animada.
Ello fue posible con la ubicación de dos computadoras, una en la torre del radar y que cumple la función de interfase entre la antena y los transmisores y receptores. También está en red con otra máquina ubicada en el antiguo sitio de la vieja consola.
Los habitantes de las 26 viviendas de la cercana comunidad pegada al mar fueron evacuados desde el jueves hacia una escuela en el campo del municipio de Sandino.
En aquel ambiente de litoral y diente de perro, solo permanecen los trabajadores de meteorología, en esa contradicción profesional de disfrute y lamento a la vez, ante un huracán.
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